miércoles, 29 de enero de 2014

¿CÓMO LLEGÓ NADINE CON MIGUEL BOSÉ? 2


Como ya lo he comentado, a partir del proceso que inicié el 1 de enero de 2003, cuando empecé a escribir el libro Nadine, la Hija de las Estrellas, que trata, como tema básico, el de la magia que uno mismo genera, cuando conecta mente y corazón con la fantasía que, con base en la fe, se funde con la realidad, empezaron a ocurrir sucesos mágicos. Luego del maravilloso prólogo que Daniela Romo aceptó escribir para el libro y de que la actriz internacional Shirley MacLaine, respondió a una carta que le envié, junto con el libro, después (como relaté en el post anterior), “apareció” el gran Miguel Bosé, de quien ya conté la manera en que lo conocí y que, a partir de entonces, como hasta la fecha (igual que a Daniela y a Shirley MacLaine), empecé a admirar, desde su primer disco, hasta la fecha.
Curiosamente (o mágicamente), el libro de Nadine, llegó a sus manos. En la Comunidad de Amigos de Nadine, la Hija de las Estrellas, de internet, en cierta ocasión, una de sus integrantes, una chica española (Alma de Fuego, era su nick) comentó que “un famoso cantante español, habla de Nadine, la Hija de las Estrellas” en una entrevista, publicada en una revista española que se llama (o llamaba, no sé si aún exista) La Revista. Alma, sin dar el nombre de ese famoso cantante, armó una encuesta, para que otros integrantes de la Comunidad, adivinaran de quién se trataba. Surgieron nombres como el de David Bisbal, Alejandro Sanz, Joan Manuel Serrat… y Miguel Bosé. Yo, desde el principio, tuve la corazonada de que se trataba de él, recordando lo que me contó en la primera entrevista que le hice: “Tengo complejo de Peter Pan, porque dentro de mí, hay un niño que se niega a crecer”.
Y no me equivoqué. Aquí, un fragmento de esa entrevista, la parte en la que Bosé, habla de Nadine, la Hija de las Estrellas:
MISTERIOBOSÉ 
La Revista/España/Mayo 2005

¿Qué libro estás leyendo ahora, Miguel?
“Memorias de Mis Putas Tristes, de Gabriel García Márquez. Me parece una verdadera obra de arte. He tenido que frenar la lectura porque como es un libro relativamente corto, estaba con pena de acabarlo. Me lo voy leyendo sorbito a sorbito. Pero, por ejemplo, hace poco me sucedió lo mismo con otro libro que compré en el aeropuerto de Ciudad de México. Se llama Nadine, la Hija de las Estrellas. Es de un mexicano. Un mexicano que conozco como periodista. No me acuerdo de su nombre. Pero el libro, primero, me llamó la atención por la portada, por la composición tan mágica. Y después, porque en la tapa de atrás, Daniela Romo, una amiga mía, escribió algo que me invitó a la lectura. El libro me lo empecé en el avión. Me sedujo, me envolvió, me enamoré de la protagonista, de los personajes, la atmósfera. Me llevó a reencontrarme con mi infancia, con la magia. Siempre he dicho que soy como Peter Pan, un niño que se niega a crecer. Con este libro me sucedió lo mismo que con el de García Márquez. No quería que se terminara. Es otro género, otro estilo. Algo más refrescante, emotivo, natural, simple, sencillo. Pero con un encanto que hacía mucho no encontraba en otros libros. Fue como un viaje alucinante, un recuento de memorias propias y cuestionamientos sobre los valores perdidos en la sociedad actual. Además, me reí, lloré. Y eso es bueno. El prólogo es de Daniela Romo y eso, para mí, es garantía. Le da un sello y una categoría a este libro que es justo mencionar y recomendarlo. Siempre es bueno alimentar el espíritu”.
¿Cómo lo alimentas tú?
“De mil formas. El trabajo creativo es una forma. Pero también, haciendo un paro a veces, donde sea, en un vuelo de avión, tener en mis manos un libro así, como el de Nadine, que te lleva a viajar. Otro tipo de viaje: un viaje interior a otros espacios, a otros planos, a esa fantasía pura que no deberíamos perder y que se puede recuperar. Esa inocencia extraviada. Pensar en esas cosas, analizarlas un poco. Sin darte cuenta, analizarte a ti mismo, verte en los demás. La literatura de ese libro está tan bella que me daría mucha pena que lo que ahí se narra no pueda ocurrir realmente. Que no nos pueda ocurrir realmente. Si ocurre, diré: “¡qué maravilla!’; y si no, diré: “¡qué pena!”.
En medio de tantas actividades ¿te das tiempo para esos viajes al interior de uno mismo?
“Cuando eres más joven tienes más energías, para estar presente en muchas cosas a nivel público, pero según vas creciendo, te vas hartando. Las existencias, para protegerlas, hay que interiorizarlas, y de esta manera se enriquecen y se complementan. Hay momentos para la playa y momentos para la hibernación. Siempre encuentras el momento, aunque sea breve. Como en el vuelo de un avión. Cae un libro en tus manos que te atrapa y, además, te hace reflexionar. Aunque después, al bajar del avión, todo vuelva a ser aparentemente igual. Dentro, tú sabes que algo cambia. Algo dejó en ti esa lectura, ese momento íntimo contigo mismo. La oportunidad de volver a soñar, de seguir soñando”.